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Monday, July 29, 2013

Tlahtolli Tonatierra: El Sueño Americano y la Realidad de la Raiz Ancestral

Phoenix, Aztlán (Donde vive el espíritu de la verdad)

He escuchado algunos comentarios sobre los jóvenes “soñadores” que se presentaron a la frontera de nogales a pedir ayuda humanitaria después de haber vivido en México donde se les trato como hijos bastardos por el sistema mexicano que sabe expulsar pero que no sabe integrar a su población. Uno de los comentarios los llamaba, “ilegales dos veces por su propio gusto.”

La ignorancia histórica es sorprendente en ambos lados de la frontera. Por un lado el movimiento de los “dreamers” insiste en auto llamarse “indocumentados y sin miedo” y por otro lado muchos aceptan la designación de “ilegales” aun si reclaman no tener miedo. Nosotros tratamos de enseñarles con adobes que datan alrededor de 800 a 900 años, que nuestros documentos están en esos adobes, en las pinturas rupestres, en su propia ADN, que atestiguan que nuestros antepasados estaban aquí antes que se inventaran las fronteras nacionales por mentes enfermas de poder y posesión.
Sin embargo, la verdad histórica no cabe en los “talking points” (puntos de argumentación) dentro de una campaña política cuyo único objetivo es una reforma, no una corrección histórica.  Todos quieren ser aceptados dentro del mismo sistema que los escupe, los criminaliza, y los denigra. Algunos dirán que lo que importa es que el sistema los acepte para poder trabajar y ser útiles a la sociedad para el bien de ellos, sus familias, y el mismo sistema que se rehúsa aceptarlos. Es el mismo argumento que se usó por los españoles para forzarnos a aceptar el sistema de encomienda, el sistema de las haciendas con todos los instrumentos de control psicológico incluyendo el famoso “derecho de la pernada.” Para aquellos que no sepan, el derecho de la pernada es el derecho del terrateniente de gozar la primera noche con la novia, ya el segundo día se la pasaba al novio. El razonamiento era que así mejorarían la sangre de sus peones. Pero la razón principal es ejercer el dominio absoluto sobre sus peones que en esos tiempos eran 100% de sangre indígena.
Hoy en día, disfrazado con leyes, el derecho de la pernada sigue vigente. El Sheriff Arpaio sigue quitando esposas simbólicamente al apresar a los padres. Pero aun peor, inconscientemente los jóvenes soñadores quieren ser aceptados por el Tío Sam, el padrastro de la plantación norteamericana que sigue rechazando hijos adoptivos llamándoles ilegales. En la política confusa de la “Pernada” el Tío Sam sigue utilizando la mano de obra indígena pero fingiendo culpabilidad está dispuesto a reconocer aquellos que aborrecen su pasado indígena y piden a gritos la ciudadanía como hijos legítimos del Tío Sam. Pero aquel que rehusé llamarse “ilegal,” aquel que reclama su derecho ancestral de su madre a la tierra, al aire, al agua, al fuego, a viajar libremente por las tierras ancestrales desde antes de la invasión será rechazado. Lo triste es que no solo los rechaza el patrón, sino aquellos que prefieren seguir el juego llamándose, inmigrantes, indocumentados o ilegales. Y aun si no tienen miedo de ser ilegales, siguen con miedo de su identidad, de sus hermanos indígenas que les dicen. “No somos inmigrantes, No somos ilegales, No somos Criminales, somos trabajadores ancestrales de pueblos originales.”

La estrategia de los “soñadores” quizás sea exitosa. Posiblemente llegaran a la “Casa Blanca” de la misma manera que Barack Obama. Quizás hasta el color de piel morena sea aceptable en los estados unidos y el mundo entero. Pero el genocidio cultural, espiritual, que nos cambia nuestra identidad por la del hacendado nos robara para siempre nuestra libertad. Nosotros, los pueblos originales de Abya Yala, tenemos el derecho ancestral de viajar y vivir por todo el continente sin tener que aceptar etiquetas de “ilegales,” “indocumentados,” o menos aun “inmigrantes.” Nosotros no venimos de otras tierras. Nosotros no cruzamos el océano. Nosotros hemos vivido, viajado,  y practicado nuestros ritos espirituales desde el Norte hasta el Sur, Desde el Oeste hasta el Este de este continente. Hemos ido y venido desde tiempo inmemorial.  En nuestra humilde opinión, el movimiento del sueño tiene que despertar de la pesadilla de ilegal e indocumentado y volver a la raíz ancestral que nos ha nutrido a través del tiempo para sobrevivir desde la encomienda hasta las fronteras impuestas por el invasor.

Por Salvador Reza

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