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Wednesday, October 5, 2022

Tlahtol Macehualli: El desalojo massivo de las comuidades traileras en Phoenix

Comités de Defensa del Barrio

Press Release

 

En el viejo oeste se pagaban gatilleros para resolver disputas por los hacendados que tenían miedo de enfrentarse cara a cara con algún pobre que lo retaba a duelo. Hoy en día se ha refinado el asunto y ahora se pagan abogados para desalojar, enviar a prisión, o simplemente cambiar leyes para fregar al pobre y el desamparado.


No que eso de lo de los abogados sea algo nuevo. Eso viene sucediendo cientos de años. Es a través de abogados qué se dividieron las tierras, es a través de los abogados que España se robó el continente entero.

 


Es a través de los abogados que Estados Unidos se quedó con la mitad del territorio Mexicano. Un territorio usurpado por los españoles para después ser entregados a través de la fuerza y los abogados, a los nuevos invasores, descendientes de los ingleses que también invadieron las tierras del norte. Pero cuando los tinterillos no lograban acaparar las tierras por la vía legal, entonces entraba la fuerza bruta.

Esa fuerza era una simple amenaza de algún forajido, un gatillero eliminando gente, un grupo de maleantes a paga quemando cosechas, un ejército enviado por el estado como fue el caso en Chihuahua cuando Cruz Chávez con sus rifleros en la sierra, se rehusó a respetar el intento de desarmarlos y someterlos a las leyes del estado de Chihuahua.


Hoy en día desalojar familias es más sencillo. Un millonario paga firmas de abogados especialistas en desalojo para que someta, todo aquel que se rehúsa abandonar su hogar de 30 años, ante un juez que simpatiza con el derecho a la propiedad privada, para que el juez le ordene salirse en 10 días. Si no lo hace a los 10 días aparece un alguacil armado quien lo saca a la fuerza, le sella la puerta y le prohíbe volver si no quiere ser arrestado.

El estado mental del desalojado no importa, la situación económica no importa, que tenga que dormir en las calles no importa, lo que importa es proteger la propiedad privada del millonario. Para los que no tienen estatus legal es aún peor.

No son elegibles para ninguna ayuda económica, legal, o psicológica.


Los desalojos masivos en contra de las casas móviles están causando traumas permanentes en los ancianos, en los padres, pero lo que es aún más preocupante es en los niños. Eso es algo que no le importa a una sociedad enfocada en el crecimiento desorbitante con el fin de incrementar ganancias para inversionistas invisibles que nunca llegan a ver el efecto devastador de sus inversiones.


En este momento estamos trabajando con 150 familias en 3 comunidades de ”tráilas” y lo que más duele ver son las caras angustiadas de los niños cuando te preguntan, ¿Y si nos van a echar pa afuera? A lo que uno sólo les puede contestar, “vamos a hacer todo lo posible para que eso no pase.” Tenemos abogados que los van a defender, sabiendo muy bien el calibre de las balas políticas de los gatilleros modernos a los que nos vamos a enfrentar.


La única arma que tenemos superior a cualquier ley, a todo el dinero del mundo, es la capacidad de organizarnos como familias. Hacerlo vecindario por vecindario, parque por parque, reconstruir la organización natural de nuestros pueblos en “Calpullis,” familias organizadas. En Tlahtokan, regiones de familias organizadas. En Huehue Tlahtokan, nación de familias organizadas.


No nos queda otra.


Tenemos que alcanzar en lo más hondo de nuestro ser las lecciones de los abuelos que sobrevivieron 530 años de desalojo, persecución y muertes. Aquí nos tocó vivir y luchar, en la región más desalmada de dinero en el mundo.


Salvador Reza


Antigua Residencia de los Aztecas

 

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