Publicado el 26
octubre, 2014 de la corrupcion
Ayotzinapa
I .
El viejo Raymundo sonríe y se le va la mirada a los pequeños
cerros que rodean el pueblo, cercano, por cierto, a la tierra en la que los
jóvenes normalistas aprendían a mejorar el mundo. El viejo muestra su sonrisa
chimuela y tartamudea un poco por la emoción. Los ojos aun perdidos en el
horizonte se le empiezan a humedecer, se ríe como se ríen los que recuerdan
buenos tiempos hace mucho perdidos y por primera vez sus ojos se enfocan en mí.
Señala con su mano hacia un lugar indeterminado del paisaje. Allí, me dice,
sale sangre nueva que despertará a la gente de por aquí. Y se vuelve a perder
en los cerros, su boca vuelve a sonreír y sus ojos vuelven a humedecerse.
El anciano tiene familia en Ayotzinapa, pero se niega a
decirme quienes son… o quienes fueron. En su lugar repite una y otra vez que
los más pequeñitos serán los más grandes: “Piensan que las mataron, pero no
saben que su caparazón las defiende de todo mal”… “son los maestros viejos que
nos vinieron a enseñar que la vida no muere”… “los más pequeñitos serán los más
grandes”… “las tortugas cuidan la tierra y la protegen”, “los más pequeñitos
serán…” y el viejo Raymundo vuelve a recordar algo muy antiguo que le hace
sonreír y de nuevo se pierde en el horizonte nublado de Chilapa. Más tarde
averigüé que el lugar que me señaló con su mano era, precisamente, el de la
Normal Rural Raúl Isidro Burgos, casa que prepara a los más pequeños, los más
olvidados de México.
Pasa un hombre moreno de unos 45 años en bicicleta y saluda
a Raymundo, que sigue sentado en una banquita del lugar. Le pido que me cuente
de qué se acordó y me dice que de chico sus abuelos le contaron una historia
vieja. Sonríe porque sabe que esa historia se está cumpliendo y vuelve a decir
que “los más pequeñitos serán los más grandes”.
Me despido del anciano y le prometo que regresaré al día
siguiente. Camino por el pueblo y pregunto por Ayotzinapa. La gente baja la
mirada, las personas desvían sus ojos como si quisieran huir al escuchar esa
palabra. Como si mencionarla les lastimara el corazón. Nadie dice nada. Los más
osados, jóvenes por cierto, cuentan lo que ven en las noticias y rematan con la
conclusión que no aparece en ellas: los mató el “pinche” gobierno, afirman.
El aire húmedo y templado característico de la región
contrasta, ese día en particular, con el clima lluvioso y fresco. Frío,
incluso. Es como si la naturaleza se acomodara al estado de ánimo de las personas
de esas tierras: a pesar de que el corazón de los hombres y mujeres de Guerrero
es cálido, un aire gris y frío se nota en sus miradas. Y así pasa en Chilapa:
un aire frío se cuela por entre sus calles y las pone tristes.
II.
Cumplo mi promesa y salgo a buscar al anciano Raymundo. Está
sentado en la misma banca del día anterior. Lo saludo a lo lejos pero no me
reconoce. Está un poco ciego. Le doy la mano y sin querer me tardo más de lo
acostumbrado en el saludo. El viejo lo nota y me dice, sin pena, que sus manos
se sienten como caparazones de tortuga. Y ríe de nuevo. Su sonrisa es dulce y
tierna. Los dientes que le faltan lo hacen ver, por algún motivo que aun no
entiendo, sabio, paciente y sincero.
- Tiene razón, Don Ray, sus manos son como caparazones.
- Así somos todos los de mi pueblo. Nuestras manos son
caparazones. Tenemos caparazones que nos cuidan. Somos como tortugas y llegamos
a muy viejos.
El anciano va a cumplir 97 años en diciembre y a pesar de
que sus arrugas y su pelo gris delatan su edad, su complexión es la de alguien
de 60 años. Es fuerte y rechoncho. Y es lento y paciente… como una tortuga.
Trato de sacar el tema de la desaparición de los
normalistas, ocurrida a pocos kilómetros de ahí, de cómo el gobierno y los
medios han despersonalizado a las víctimas, de cómo el gobierno quiere hacerle
creer a la sociedad que los estudiantes estaban relacionados con el crimen
organizado. Trato de preguntarle si el también piensa que fueron asesinados,
pero el viejo Raymundo me interrumpe en el momento justo.
- Las tortugas son sabias, nuestros antepasados las querían
mucho. Las tortugas son fuertes, nadie les puede hacer daño. Son espíritus que
siempre traen vida nueva en sus caparazones. Son las que protegen la tierra.
- ¿Le gustan mucho las tortugas, Don Raymundo?
- Si. Me recuerdan una historia que me contó mi abuelito.
- ¿De qué trata esa historia?
- De cómo las tortugas van a regresar a ayudar a los hombres
del futuro a limpiar la tierra para empezar una nueva familia. La mamá tortuga
va a llegar a poner sus huevos y de la tierra saldrán nuevas tortuguitas.
- ¿Y por qué le contaron esa historia sus abuelos, Don Ray?
Nunca me dijo más sobre esa historia. En vez de eso, me
confesó que de chico, hace muchos años, fue a la playa, cerca de Acapulco y vio
como salían las pequeñas tortugas de la arena y como espantaba a las aves para
que no se comieran a los pequeños animalitos que buscaban el mar. “Y esas
tortuguitas ya regresaron, aquí cerca, sólo que los pájaros se las comieron a
algunas, pero hay muchas todavía.”
Llegó un muchacho a recoger al anciano y ya no pude
preguntarle más sobre sus historias. Antes de subir al automóvil, el muchacho
(su nieto, tal vez) me hizo una seña con las manos: “Esta medio loco el
viejito”, entendí. Tal vez no sea locura senil, tal vez sólo cuenta esas
historias porque se siente solo y necesita atención y compañía, pensé. Nunca
imaginé que las dolorosas noticias que han dado la vuelta al mundo despertaron
recuerdos añejos en la memoria del viejo Raymundo, de “Ayotzinapan”.
III.
Seguí preguntando a la gente, con la esperanza de conseguir
una historia interesante para hacer un reportaje sobre los 43 estudiantes
desaparecidos en Iguala, irónicamente, “cuna de la independencia”.
Salí de Chilapa desanimado por no haber encontrado
información y porque tuve que cancelar mi viaje a Ayotzinapa a última hora por
cuestiones de trabajo. En un último esfuerzo, pregunté a un par de hombres en
una cafetería por la historia de la fundación de Ayotzinapa. Inútil, ellos no conocían
ni siquiera la de la fundación de Chilapa.
Sin embargo, los relatos del viejo Raymundo son por sí
mismos un tesoro que él (tal vez sin saberlo) me regaló. Un rompecabezas que
ese anciano sabio me dio para ordenarlo y armarlo. La pieza final es una
hermosa metáfora, casi una profecía. El viaje relámpago valió la pena (y con
creces).
Ayotzinapan es ya un lugar sagrado. De sus tierras nacieron
los hombres y las mujeres indestructibles. Cómo la concha de las tortugas. Allí
nacieron los hombres protectores… como las conchas de las tortugas.
Del mismo modo en que la tortuga madre deposita los huevos
en la arena cálida de la playa, y las futuras tortugas esperan en la obscuridad
y luchan para salir al mar, así la madre tierra depositó en ese pequeño pueblo
a los hijos que habrán de cruzar el mar para contar sus historias de vida, de
muerte…y de lucha.
Del mismo modo en que las tortugas atraviesan océanos y se
van haciendo sabias durante su viaje, así están atravesando los océanos los 43
estudiantes secuestrados en Iguala, Guerrero. Y en su viaje, las vidas de “los
más pequeñitos” van dando luz y sabiduría a quienes abren los ojos para conocer
su lucha y reconocerse en ella.
Al nacer, las tortugas tienen un largo y peligroso camino
que recorrer antes de llegar al mar: tienen que atravesar la playa y sobrevivir
a los depredadores. Las gaviotas y otras aves marinas las cazan y las devoran.
Del mismo modo, los buitres cazaron e intentaron devorar a “los maestros viejos
que nos vinieron a enseñar que la vida no muere”, a “los más pequeñitos”, a los
más pobres, a los más desconocidos, a los más humildes. Pero no se dieron
cuenta que sus caparazones son más fuertes.
Para los pueblos de Mesoamérica, y en particular para la
cultura maya, la tolteca y la azteca, la tortuga es un animal sagrado:
representa sabiduría, fuerza, protección. Es una maestra. La tortuga es la
madre tierra, es la longevidad, es el universo. La tortuga está relacionada con
el agua y, como tal, es capaz de disolver hasta una piedra: Es tenacidad. La
tortuga también pertenece a la tierra: ahí deposita la vida.
En algunas ocasiones, se representa al dios
Ehécatl-Quetzalcóatl con atributos de tortuga; en los murales de San Bartolo,
en Petén, al norte de Guatemala, aparecen conchas de tortuga; en las estelas de
Quiraguá, en Guatemala, hay tortugas; en Uxmal está “La casa de las tortugas”;
algunas esculturas de Xiuhtecuhtli (dios mexica del fuego) aparecen grabadas en
sus conchas. La tortuga también está en los murales de Bonampak: en el cuarto
central, en la parte superior en la tapa de la bóveda hay una tortuga pintada
que lleva en su lomo 13 estrellas que posiblemente equivalen a lo que hoy
conocemos como el Cinturón de Orión.
Y la tortuga aparece, también, en las historias que sus
abuelos le contaron a Don Raymundo. Ese viejo moreno, de pelo cano y de sonrisa
chimuela que nació en Ayotzinapan, o “El valle de las tortuguitas”.
Y probablemente, a los abuelos la historia les fue
transmitida por sus abuelos. En ese pequeño pueblo, como me contó don Raymundo,
“los más pequeños van a ayudar a los hombres del futuro a limpiar la tierra
para empezar una nueva familia.”
Ya lo están logrando: los nombres, las historias, los
dolores, la identidad, los rostros, el sufrimiento y la lucha de esas 43
pequeñas tortugas han atravesado los mares. En todos los continentes los 43
muchachos se han convertido en mensajeros. Están vivos: su espíritu es fuerte
como una concha de tortuga. Su vida es ejemplo y enseñanza: los 43 muchachos ya
son maestros. Y los 43 regresarán multiplicados, para depositar nueva vida en
este país.
Los puntos se conectan y para mi sorpresa forman un bello
poema de vida (y de lucha): Ayotzinapa, de acuerdo a algunos hablantes de
Náhuatl que consulté en el Distrito Federal, en Guerrero y en Veracruz,
significa “El valle de las tortuguitas” o “Donde las tortugas se acercan al
arroyo”. Tal como le dijeron al anciano que pasaría.
tortugas
Nota:
De acuerdo al diccionario Náhuatl de la sierra de Zongolica,Veracruz:
AYOTL s.: Tortuga. Ej. ayotzin tlakua – la tortuguita come
-tzin, -tzih Diminutivo: sitial-in-tzin – estrellita (se
acompaña de -tli en la mayoría de los sustantivos: siwa-tzin-tli – mujercita).
Se usa sin -tli en los sustantivos poseídos: no-kone tzin – mi niñito. Tiene
también uso honorífico, o reverencial.
-a-pan Locativo: comalapan – espacio parecido a un comal,
rejoya, valle pequeño.
De acuerdo al diccionario Náhuatl de los municipios de
Mecayapan y Tatahuicapan de Juárez, Veracruz:
âyôtzîn s.: tortuga
-tzîn suf. dim. Indica pequeñez o cariño, como lo hacen los
sufijos -ito e -ita en español; ejemplos: piotzîn pollito; ilamajtzîn
ancianita.
âpan adv.: Al río, al arroyo; lugar sobre el agua o el río.
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El GENOCIDIO de MEXICO: De AYOTZINAPA a ARIZONA
El GENOCIDIO de MEXICO: Físico - Cultural - Político - Espiritual = 522 Años sin parar!
(1492- 1621) Mueren 25,000,000 Millones de Mexicanos por resultado no de la EBOLA, pero de su abuela en la EPOCA DE LOS MUERTOS, con la invasión de colonizadores de 1492 que ahora son los hijos la pena del nieto del viejo PRI bastardos de 522 años de GENOCIDIO y COLONIZAZION, despojo y violencia, todos manchadas con la cuagulada sangre de los victimas de nuestros PUEBLOS ORIGINARIOS: La Niña, La Pinta, La Santa María, El Mayflower: EL TLC y El NARCO (1994-2014).
¡¡ Ayotzinapa Yolih !! ¡ VIVEN !
Accion de Protesta y Movimiento de Justicia
contra el GENOCIDIO y la COLONIZACION de los Pueblos Originales de Mexico desde
Octubre 12, 2014 hasta la Frontera y Ayotzinapa! Viernes Octubre 31, 2014
Friday 4:00 - 7:00 PM Consulado General de Mexico en Phoenix, Arizona 320 E.
McDowell Road
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